Lo que le pasó a Ana María Gaviria Poveda es algo que le puede estar ocurriendo a cualquiera en estos momentos. Resulta que esta artista salió del colegio y decidió estudiar tecnología en sistemas. Aunque no le fascinaba la carrera, veía en ella algo estable y para progresar. Sin embargo, en los ideales de Ana estaba convertirse en una artista contra viento y marea.

“Hice toda la carrera, pero no me gradué. Aunque durante todos los semestres sentía que no era lo mío, no era capaz de abandonarla, pues no quería decepcionar a nadie ni dejar de hacer algo que había comenzado”, nos empezó contando la empírica artista, quien un día sacó fuerzas y empezó a estudiar su gran pasión.

Me presenté a la Universidad Nacional, a la carrera de artes plásticas, y pasé. En ese momento me di cuenta que era realmente feliz y que siempre había sido lo que quería para mi vida. No me había decidido a salirme de la otra carrera por el estigma que hay sobre que estudiar artes no es algo válido, pero un día tomé la decisión”, aseguró la mujer de 29 años.

Así empezaron las cosas

Ana siempre fue muy buena para dibujar, lo que no sabía era que podía vivir de su arte. “Cuando mi mascota se enfermó y se puso muy mal, decidí inmortalizarla en un dibujo. Me quedó muy bien y la gente me empezó a preguntar si hacía este tipo de cosas para la venta. Al principio no lo vi así, pero después los empecé a comercializar”, relató la artista, quien luego empezó con los retratos de personas con alguien muy especial.

“El primer retrato que hice fue de mi mamá, a ella le gustó mucho y desde ahí me di cuenta que de verdad esto era lo mío y creé mi perfil en Instagram para empezar un negocio más formal. Siento que quedó tan bien fue por el amor que le tengo a mi madre, ella siempre me ha apoyado y alentado a que haga lo que desee”, contó con emoción la talentosa joven.

Y es que su talento es innegable y su arte le sirvió tanto, que hasta con eso pudo costear su carrera. “Con los cuadros que vendía terminé de pagar la carrera de artes plásticas y darme a conocer como pintora. Además, ayudar en la parte económica de mi casa, eso me hizo muy feliz”, reiteró.

Después de cuatro años de experiencia pintando, tener su carrera y muchas ganas de continuar, Ana sigue cumpliendo su sueño de vivir del arte. Ahora es profesora de pintura y espera seguir cosechando éxitos.

“Amo dar clases y enseñar lo que he aprendido. Me encanta contar mi historia para que la gente vea que los sueños sí se hacen realidad”, expresó con gusto la ‘profe’, quien no se fue sin antes darnos un consejo a todos. “Siempre van a hablar, sea para bien o para mal, así que mi consejo es que hagan lo que su corazón les dicte, sean felices y vivan de lo que les gusta hacer”, finalizó esta dura pa’ echar lápiz.