El dulce emprendimiento que creció a base de inspiración, empeño y visión para cambiar el futuro de muchos niños y jóvenes es todo lo que Aigle Bakery significa.

Cuando una persona de corta edad empieza a decir lo que quiere ser y todo lo que quiere lograr, normalmente se toma como una fantasía o algo difícil de lograr. En este caso, una pequeña niña de 9 años llamada Mariana, cautivada por el arte de su madre, Jhoanna, quien preparaba postres y pasteles, sembró un sueño que ahora es una realidad para ella, ya mayor de edad, e incluso inspira a niños a creer en ellos.

Como todas las grandes historias, la empresa de postres Aigle Bakery se dio con una pequeña máquina que a punta de ahorros sería el primer implemento para incursionar en el mundo de la pastelería. La pequeña Mariana Zuluaga, en una salida con su familia, vio esa pequeña maquinita para preparar cupkakes con apenas 8 recipientes de cabida, y lo que empezó como un juego, hoy, sin ella saberlo, fundamenta su vida y las de muchas personas más.

Johanna Franco, su mamá, tiene el lema de que “educar a un hijo debe hacerse desde el amor; cuando se cometen errores es necesario corregir con guías que enseñen y no con castigos que hagan perder ese vínculo entre madre e hija”. Con pilares como este, a sus 10 años Mariana, sin ningún miedo por exponer su talento, ya vendía sus mini postres, y preparaba grandes pedidos para clientes, cautivados por su preparación.

El uso de las redes sociales es la herramienta predilecta para este proyecto, ya que todo el producto por medio de Instagram puede ser visualizado y tiene canal directo para la realización de los pedidos. En la actualidad el objetivo de Mariana de ser influenciadora es todo un hecho, gracias a su negocio de pastelería, pero además tiene una sede ubicada en la localidad de Kennedy, en el barrio Villa Claudia.

Al igual que la venta por internet, Mariana dispone no solo de la presencialidad para expandir y enseñar su historia de motivación, sino que con la llegada del COVID-19, así como sus formas de operar para vender sus dulces postres, ella también se reinventó y trasladó su conocimiento al mundo cibernético; en este, ella organiza reuniones vía zoom, en las cuales llega a pequeños y jóvenes niños, que así como ella, quieren emprender.

Hoy en día, ya consolidada y orgullosa de ver su proceso evolutivo, se da cuenta de que los sueños sí se hacen realidad, en cuanto se esté dispuesto a luchar por ellos. Incluso con circunstancias tan inesperadas como lo fue la aparición del coronavirus, que nos obligó a resguardarnos y cambiar la forma de ver la vida, la clave de Mariana fue no quedarse quieta e innovar para llegar a las personas, incluso desde la virtualidad.

Ya esa famosa y pequeña maquinita con la que la joven niña empezó, dejó de funcionar. Hoy en día continúa el legado de una gran soñadora, que con tan solo 9 nueve años creyó en cambiar el mundo, y hoy en día con 18 ya da enormes pasos, inculcando en los más pequeños a creer sin importar las adversidades, incluso como lo menciona la madre y eje central de Mariana: “has todo el día lo que amas y nunca vas a trabajar”.

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