Uno de los iconos más conocidos de la ficción y los dibujos animados para niños es el de ‘Tarzán, el hombre de la selva’, un personaje humano criado por micos en la selva.
Aunque para muchos resulte increíble que un caso semejante se dé en la vida real, en las últimas horas se conoció la historia de Ho Van Lang, un hombre que vivió en lo más profundo de la selva vietnamita durante cuarenta años y al cual, una vez lo llevaron a vivir con más personas en una aldea, no aguantó el impacto y se murió fruto de un cáncer. Lea lo más llamativo e insólito de su increíble historia.
Un nativo de la lejana Vietnam
Ho Van Lang era proveniente del remoto país asiático de Vietnam, una nación que ha estado sumergida en varios conflictos armados desde los años setenta. En medio de esta coyuntura, los padres de ‘Tarzán’ tuvieron que huir del casco urbano de Hanói (la capital de ese país) para refugiarse en una isla remota cubierta de mar, maleza y animales salvajes (ver recuadro abajo).
Mientras esto ocurría, Ho era apenas un niño pequeño al que le tocó crecer en este ambiente hasta su adultez: totalmente alejado de otras personas y sin más protección que los taparrabos y sombreros artesanales que le fabricaban sus padres. Al menos así fue hasta que después de cuarenta años, ya con su madre muerta y su papa enfermo, se trasladó a una aldea más poblada para que algunos especialistas de la salud se hicieran cargo de la salud de su papá.
“Un niño con fuerza sobrehumana”
Si hubo alguien lo suficientemente ágil socialmente para acercarse a este hombre nativo de lo salvaje fue el explorador español Álvaro Cerezo, una de las personas que pudo conocer a ‘Tarzán’ en sus dos facetas: en la selva y en la civilización para forjarse una opinión que reúne, en una sencilla oración, lo que Ho Van Lang era: “se trata de alguien con una personalidad similar a la de un niño pero con habilidades sobrehumanas”, afirmó Cerezo.
Y es que vivir en la selva por tanto tiempo dotó al ‘Tarzán’ de la vida real de habilidades de supervivencia como la caza y la agricultura pero, al mismo tiempo, también lo salvó de una serie de comportamientos que son comunes en el mundo real. Una combinación así conservó intacta su inocencia.
Un cambio de vida que lo terminó enfermando
A pesar del esfuerzo descomunal que le representó a ‘Tarzan’ y a su familia mudarse a la aldea, no hubo poder humano que salvara la vida de su padre, quien falleció al poco tiempo de abandonar la selva en 2013. Ya sin nadie en su vida, y como si se tratara de un segundo nacimiento, Ho comenzó una segunda vida como artesano en la aldea. Reemplazó el taparrabos por camisa y pantalón, y la caza de animales por la agricultura, la pesca artesanal y la fabricación de algunos artilugios con base en productos agrícolas.
Dos años después de estar inmerso en su nueva vida, el explorador Álvaro Cerezo lo contactó (ya lo había hecho cuando vivía en la selva) para llevarlo por unos días a su hábitat natural. La idea de Cerezo era que él reflexionara sobre cuál de los dos mundos era mejor para él, a lo cual, un humilde y poco expresivo ‘Tarzán’ (dadas sus limitaciones lingüísticas), respondió que habían cosas que le gustaban mucho del mundo civilizado, como lo amistoso de los animales y la comida, aunque eso sí, nunca terminó de acostumbrarse del todo.
Murió lejos de su selva natal
En noviembre del año pasado, Van Lang fue diagnosticado con cáncer de hígado, una enfermedad degenerativa que terminó por reducirlo hasta quitarle la vida durante la última semana, según informó su amigo Cerezo.
Desarrollar esta enfermedad, según comentó el explorador, fue debido a un consumo excesivo de comida procesada y de alcohol, dos productos cotidianos del mundo real a los que el organismo de ‘Tarzán’ no estaba acostumbrado en su remota isla (foto) llena de búfalos, frutos salvajes y pescados por doquier.
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