“Fueron unos 20 minutos de terror. Yo no sabía ni qué hacer, quedamos en medio de todo y eso fue bala para allá y bala para acá, todo el mundo corriendo y luego que dizque un muerto. Por acá esto está muy feo y el que hable, la lleva. No le puedo contar más”, fue la categórica sentencia de una comerciante de una calle del barrio La Estanzuela, en Los Mártires, en la que la tarde del martes sucedió un grave incidente de orden público en el que un hombre que trabajaba en el sector fue asesinado.

Los hechos…

A las 3:20 de la tarde del martes, sobre la Calle 9 a la altura de la Carrera 16, el ajetreado comercio de talleres y locales en los que venden y reparan autopartes estaba en el punto álgido del día, los transeúntes y conductores buscaban sus repuestos entre los incesantes pitos de los carros mientras que un par de sujetos planeaban un ataque.

Cuando el reloj marcó las 3:30 de la tarde, empezaron los disparos: dos hombres que transitaban por el sector, al llegar a un local comercial de la cuadra abordaron a un hombre y, sin dilaciones, uno de ellos desenfundó un arma de fuego y disparó contra la humanidad de la víctima, quien se encontraba frente al taller en el que trabajaba.

“Tenía un disparo en la cabeza y, al parecer, lo remataron cuando cayó al suelo”, le contó ayer a Q’HUBO un agente del sector que conoció el caso.

Mientras el herido de muerte yacía justo en la entrada de un establecimiento comercial del sector, sus atacantes escapaban entre carros y transeúntes que en cuestión de minutos se convirtieron en testigos de una escena del crimen.

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Con lo que no contaban los atacantes es que los disparos serían respondidos. Y entonces vino el caos: “yo no sé en qué momento estalló todo, pero fue horrible; disparos, todo el mundo corriendo, le gente no hallaba dónde esconderse. Fue una balacera brava. El muchacho que mataron trabajaba por acá, pero nadie va a decir nada”, insistió la comerciante con cuya frase abre este texto.

La ley del silencio impera, y con ella, homicidios fantasmas de los que todos hablan pero nadie ve. Pero no solo fueron disparos, las piedras también se convirtieron en armas. “Hasta la policía llevó”, nos contó un vendedor ambulante al que las piedras le dañaron la sombrilla del puesto.

Las sirenas sonaban alrededor del barrio y la cacería por los responsables empezaba. Para cuando las autoridades llegaron al lugar donde se originó todo, ya no había nada que hacer, el hombre murió donde cayó.

Según las autoridades, el occiso tenía entre 35 y 40 años e iba vestido con su ropa de trabajo: un pantalón manchado de grasa, botas, una bayetilla y una camiseta sencilla. Al momento del cierre de esta edición, no se conocía si había algún capturado por los hechos o si alguna otra persona resultó herida en la confrontación.

Vecinos del barrio denuncian el cerco de criminalidad que los rodea y del que no han podido salir. Los continuos robos, las ‘ollas’ y los recientes casos de homicidio en la localidad los tienen ‘mamados’ y piden más presencia gubernamental porque es un problema que va más allá de la presencia policial.

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