Un crimen a bala se presentó en una panadería del barrio El Amparo, en Kennedy, cuando un joven fue impactado sin mediar palabra.
“Ese ajetreo no duró ni tres minutos. Nosotros escuchamos los tiros, vimos corriendo a unas peladas y a otra gente que estaba en la panadería y cuando fuimos a ver ya estaba el muchacho ahí tirado, agonizando. Lo extraño es que ni siquiera nosotros, que llegamos ahí mismo, nos enteramos de los sicarios. Unos dicen que iban a pie, otros que en bicicleta; pero como siempre pasa, en estos casos es mucho lo que se dice y poco lo que se sabe. Dicen que el pelado murió, y a lo mejor sí porque en el estado en el que se lo llevaron francamente ya parecía sin vida”.
Nos contó una vecina en una de las calles principales de El Amparo (Kennedy), donde la tarde de este domingo un hombre fue asesinado mientras departía en una panadería.
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¿Lo venían siguiendo?
Al parecer, sí. Por como se dieron los hechos para las autoridades el hoy occiso, quien al cierre de esta edición permanecía sin identificar, era perseguido por su verdugo, quien al parecer se movilizaba en una bicicleta.
En la víspera de su muerte, el joven se encontraba caminando con dos mujeres y cuando llegaron a la esquina de la Carrera 82A con Calle 42B sur decidieron parar a comer algo en una panadería.
Pidieron tres bebidas calientes y algo para acompañarlas mientras se acomodaban en una mesa para cuatro, ubicada a escasos centímetros del andén de la Calle 42B sur.
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Minutos después (para ser exactos tres, según un vendedor informal de la zona) apareció la muerte escenificada por el sicario y su cómplice, quienes aprovecharon el momento de esparcimiento para atacar sin dilaciones. Iban a ser las 3 de la tarde.
El sicario se bajó de la bici y se dirigió fríamente a la mesa. Una vez estuvo lo suficientemente cerca como para asegurarse de que el hombre que estaba sentado allí era el blanco de su ataque, procedió a matarlo.
El agobiante eco de un disparo se extendió por la zona, causando el pánico general. Las mujeres que departían con la víctima alcanzaron a correr segundos después de que el hombre recibiera un disparo a quemarropa en la cabeza.
El alboroto y la confusión que causó el ataque fue el escenario perfecto que los responsables aprovecharon para escapar impunes y evadir a las autoridades, mientras los angustiados testigos pedían ayuda por todos los frentes: unos llamaban, otros escribían y otros gritaban.
Finalmente, tras eternos minutos de espera las autoridades llegaron al punto y trasladaron al herido a un centro asistencial, al cual lastimosamente llegó sin signos vitales a raíz de la mortal herida que le acababan de causar.
Con lo que no contaba el agresor y su cómplice era que todo su accionar criminal iba a quedar grabado en las cámaras del local donde sucedió y de varios locales más, videos que ahora reposan en manos de las autoridades y que están siendo minuciosamente analizados para establecer el paradero de los atacantes y sus rasgos físicos.
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