Mientras el jurista Luis Felipe Barón Ortiz estaba sentado en su escritorio, revisando los casos que habían llegado a su firma de abogados, un sujeto se bajaba de la parte de atrás de una motocicleta y caminaba con el casco puesto hacia la oficina en su búsqueda y con el único fin de arrebatarle la vida a tiros.

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Dicen que el verdugo alcanzó a transitar dos cuadras, cubriendo su rostro y sin llamar la atención de los comerciantes y transeúntes que a eso de las 2:30 de la tarde iban por el sector de Normandía (en Engativá), antes de ingresar a cometer el crimen a la oficina, ubicada al lado de la Notaría 76.

“Lo raro fue que nosotros no escuchamos los disparos, a lo mejor por el ruido que hay en esta avenida y eso, pero hasta una trabajadora del lugar nos dijo que había sido con silenciador, porque ellos en la oficina tampoco escucharon nada”, le dijo ayer a Q’HUBO un comerciante de la zona.

Hasta el cierre de esta edición, las autoridades no habían dado con el homicida, quien terminó subiéndose a una motocicleta a pocas cuadras del lugar de los hechos, tal como quedó registrado en los videos de las cámaras de seguridad de la zona, los cuales ya están en poder de los investigadores.

Asesinato en la oficina

Ayer, cuando el flujo de clientes había mermado al interior de la firma de abogados que solucionaba asuntos legales y de la que, dicen, era socio Luis Felipe, un sicario llegó a arrebatarle la vida sin darle explicaciones o pistas de por qué quería silenciar su voz para siempre.

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Para las autoridades, este crimen estaría relacionado a un caso que venía manejando el abogado y que era delicado, por lo que una tercera persona habría contratado al sicario para callarlo y que esto no siguiera avanzando de manera legal.

“Lo único que podemos determinar es que el crimen podría estar relacionado a un hecho por algún caso que estaba llevando la víctima y por eso llegan a asesinarlo, pues tenemos entendido que era una persona calmada, que no tenía enemigos ni cuentas pendientes con la justicia”, aseguró la policía de manera extraoficial.

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La víctima tenía 36 años y llevaba varios años con su oficina en la Avenida Boyacá con Calle 51. Su secretaria, quien tristemente fue la única que se percató del ingreso del verdugo, fue la que llamó a las autoridades para reportarles lo ocurrido justo cuando observó que su jefe estaba en el suelo con lago hemático a su alrededor.

Barón Ortiz recibió dos disparos en la cabeza que fueron letales y le pusieron fin a su vida de manera instantánea, al interior de su oficina, la misma en la que soñó en cumplir todos sus proyectos profesionales y personales.

Mientras los investigadores del CTI analizaban cada rincón de la oficina del abogado, sus allegados lloraban su partida afuera de su oficina.

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