Hoy se cumplen ocho días desde que miles de indígenas de, al menos 13 comunidades diferentes, llegaron a ocupar el Parque Nacional de Bogotá. Acordonado y repleto de niños, mujeres y hombres de la llamada ‘Guardia’, este emblemático sitio de la capital se ha convertido en toda una ciudadela, un pequeño barrio con cientos de cambuches armados con bolsas y hogueras con grandes ollas.

Los líderes de la Guardia afirman que no van a salir de allí hasta que las entidades gubernamentales les ofrezcan un acuerdo que solucione la situación que, en un principio, los impulsó a asentarse en dicho espacio público. Ahora los indígenas se declararon en ‘Minga Permanente’.
Q’HUBO hizo un recorrido por todo el asentamiento, de la mano de varios líderes, quienes explicaron todo este meollo, el cual ayer llegó a un punto álgido, pues la mesa de diálogo que estaba programada no vio la luz, por lo que esperan programar otra cita para llegar a un acuerdo con el Distrito.

En ‘Minga Permanente’
Un aroma a pescado y ropa mojada se esparce por las entradas del Parque Nacional Enrique Olaya Herrera. El monumento al expresidente Rafael Uribe Uribe es rodeado por niños que corren de un lado a otro, vociferando dialectos antiquísimos, propios de pueblos indígenas milenarios. Hoy el parque es una Minga. Y aunque en esta magnitud es una situación nunca antes vista en la capital colombiana, allí confluyen heridas antiguas que trascienden las tres cordilleras colombianas.
Este drama comenzó la noche del pasado miércoles, cuando cientos de indígenas llegaron a dormir al Parque Nacional (Carrera 7 con Calle 38). Según ellos, llegar allí no hacía parte de los planes, pues únicamente buscaban movilizarse.

Nosotros iniciamos una movilización pacífica el pasado 29 de septiembre, por el marco del incumplimiento que ha existido de parte del Distrito con los pueblos y comunidades indígenas. Desde la Avenida Ciudad de Cali con Calle 13 caminamos más de 14 horas con niños y mujeres. No teníamos planeado llegar aquí, íbamos hacia el norte, pero estábamos tan cansados que nos sentamos y ese día decidimos pernoctar acá, porque no teníamos a dónde ir”, habló con Q’HUBO la líder del pueblo Nasa, María Medina.
“A las 10:40 p. m. (del miércoles) hubo una intervención del Esmad con gases lacrimógenos y aturdidoras, pero nos quedamos acá. Al otro día buscamos levantar una mesa de diálogo para revisar la política pública indígena, la cual contempla únicamente 14 pueblos cuando en Bogotá, por temas del conflicto armado, hay más de 94, es decir que quedaron por fuera más del 80%. Ver que hay acciones planteadas para nosotros y que no han sido cumplidas fue lo he hizo que saliéramos a manifestarnos”, agregó la mujer, sosteniendo su bastón mientras aseguraba la entrada al asentamiento resguardado por decenas de hombres indígenas con radios comunicadores, palos y varillas.

En la periferia de Bogotá, en barrios de distintas localidades, solían vivir las más de 1.500 personas que se hallan durmiendo hoy en el parque. Muchos vienen de trabajar como obreros y de “sobrevivir”, como ellos mismos dicen. Pero antes de arribar a la capital la mayoría fue desplazada de sus lugares de origen debido al conflicto armado. Sin embargo, para decenas de estas poblaciones trabajar en la ciudad ha sido imposible por su lenguaje y arraigo cultural.
Cuentan los líderes de la ‘Guardia’ que los primeros días “nos cortaron el agua y le echaron candado a los baños. Lo que hicimos fue exigir las condiciones, porque es un tema humanitario. Hay unos 400 niños, de los cuales 200 son infantes de 0 a 5 años”.

En total, hay asentamientos de 13 pueblos indígenas en el parque; sin embargo, los del pueblo Emberá Katío (quienes no hablan español) son los que tienen mayor presencia.
El 2 de octubre el Distrito hizo otra intervención, como parte de una medida administrativa muy arbitraria con un inspector de Policía, lo cual nos enfadó bastante e hizo que nos declaráramos en ‘Minga Permanente’ en este parque”.

La líder también explicó que dicha ‘Minga’ significa que toda persona que se encuentra allí tiene una función especial en la comunidad, desde el niño hasta el abuelo, y por supuesto, significa que no están dispuestos a salir de allí.
¿Qué dice el distrito?
Desde la Secretaría de Seguridad y de Gobierno, funcionarios y gestores de convivencia han hecho acompañamientos permanentes por el parque. Incluso, han entregado ayudas humanitarias.

El secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, les dio a los indígenas la opción de trasladarse a un coliseo que se encuentra en el parque La Florida (Engativá), pero la mayoría optó por quedarse. El funcionario señaló que “el Distrito ha brindado atención integral a la población EmberA: 716 se encuentran en albergues y 298 se han trasladado voluntariamente a la UPI de la Florida”.
De acuerdo con el funcionario, ya se han invertido casi $2 mil millones de atención (arriendos, comida y bienestar), pero declaró que dichas ayudas son transitorias, y que el Gobierno Nacional, a través de la Unidad de Víctimas, deberá garantizar el traslado de las poblaciones a su lugar de origen.
Elija a Q’HUBO Bogotá como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí.