En la calle las reglas son distintas. Hay un lenguaje que se camufla entre los que la habitan y no tienen hogar, entre estos hay una frase clave, “los sapos mueren por su boca”. Este refrán lo dijeron ayer entre cuchicheos los recicladores que invaden el barrio Santander (en Antonio Nariño) cuando se les preguntó por el asesinato de uno de ellos.

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Aunque todos lo conocían, ninguno se atrevió a revelar su nombre, ni siquiera su apodo. Bastó con que dijeran que se había puesto a abrir la boca para entender que su homicida fue un sujeto con el que sostuvo una pelea por un rumor de calle.

“Ellos tenían una pelea cazada porque el difunto estaba que hablaba mal del otro desde hacía tiempos. Habían peleado antes y todo, pero no sé qué paso en la madrugada que ese man llegó envenenado y le quitó la vida al otro a cuchillo, ahí en el andén”, le dijo a Q’HUBO un reciclador ayer.

La pelea se presentó a las 3 de la madrugada del domingo, cuando los negocios estaban cerrados y los residentes dormían tranquilamente en sus casas. Dicen que justo en el andén de la Calle 28 Sur con Carrera 27 se encontraron la víctima y su verdugo.

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Una mortal herida en el pecho bastó para que el hombre de aproximadamente 30 años se desplomara en el andén y diera un último suspiro a ojos de sus conocidos y de su mismo asesino.

Después de cometer el ataque, el verdugo se guardó el cuchillo, dio la vuelta y se fue caminando tranquilamente sin ser detenido por nadie.

Cuando las autoridades llegaron, llamados por una persona que desde la ventana de su casa observó el hecho, ya no había nadie alrededor del cuerpo, que yacía inerte en el asfalto. Procedieron a cerrar la cuadra y a esperar a que llegara criminalística a realizar la inspección.

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