Sobre la mañana de este jueves, en un tradicional y concurrido sector del centro de la capital, los vendedores informales y los comerciantes abrían sus toldos en medio del eterno vaivén de peatones de la carrera Séptima, cuando en un edificio residencial de la zona, sin que nadie sospechara nada, se ejecutaba un atroz crimen.

Un hombre de 55 años fue encontrado sin vida en el interior de su vivienda, luego de que un grupo de, al menos, cuatro personas ingresaran a su apartamento para hurtar electrodomésticos y otros objetos de valor.

El hombre fue encontrado sobre su cama, envuelto entre sábanas y con heridas de puñal en el cuello.

Los hechos…

“Nosotros nos dimos cuenta de que estaban haciendo un trasteo y nos pareció muy raro, porque solo estaban sacando aparatos electrónicos. Eso fue entre las 9 y 9:30 de la mañana, eran cuatro tipos que sacaban y sacaban cosas y con la actitud bravera de los tipos, era evidente que algo raro estaba pasando”, le dijo ayer a Q’HUBO un comerciante aledaño al edificio, ubicado en la Carrera Séptima con Calle 23, en uno de los sectores más concurridos de la zona, donde queda el inmueble que la sevicia de los apartamenteros convirtieron en un teatro de sangre.

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Llama poderosamente la atención que sobre el corredor peatonal de la Séptima, donde es prohibido el tránsito vehicular, estaba parqueada una camioneta roja, en la que los cuatro delincuentes (varios testimonios entregados a este periódico coinciden en que eran ciudadanos venezolanos) cargaron el botín que extrajeron del apartamento del hoy occiso.

Cuando los vecinos se dieron cuenta que Éver David Campo, propietario y residente del apartamento en cuestión, no aparecía, los ladrones ya estaban arrancando en la camioneta que usaron para evadirse, la cual está plenamente identificada.

Varios vecinos se reunieron alrededor de la entrada del apartamento para verificar el estado de su vecino, al que a esas alturas era obvio que algo malo le había sucedido. Nadie daba razón y no se escuchaba nada en su interior.

Tras varios intentos fallidos dieron la alerta al CAI de Torres Blancas, ubicado a escasas cuadras.

Una vez con los uniformados en la zona, valiéndose de un cerrajero, lograron ingresaron al inmueble. La sorpresa fue mayúscula; el lugar estaba revolcado, los ladrones revisaron el espacio en minucia para llevarse todo lo que pudieran y, en una de las habitaciones, el horror: el cadáver de Éver David Campo yacía envuelto en sábanas. Su cuerpo había sido miserablemente acuchillado en varias oportunidades.

Al parecer, el ahora occiso residía desde hace poco tiempo con un sujeto de nacionalidad venezolana, quien sería el principal sospechoso del suceso. Este sujeto habría propiciado que los demás sujetos entraran sin problema a la residencia y, una vez allí, se habría desatado la barbarie.

Las autoridades cuentan con el abundante material de las cámaras de seguridad instaladas en el sector para determinar la ruta que tomó el carro que llevaba en su interior, además del botín, a los asesinos, quienes ya estarían identificados.

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