El segundo día de la Semana Santa es muy importante para los católicos porque el Viernes Santo se conmemora la muerte de Jesús en la cruz, y hace parte del Tributo Pascual que tiene como fin, preparar a los católicos para el Domingo de resurrección.
Después de celebrar la última cena, que se realiza el Jueves Santo, el segundo día es el más triste para los seguidores de la iglesia católica, porque el duelo es el principal protagonista. A Jesús de Nazaret lo crucificaron porque así, para los fieles, salvó a la humanidad del pecado y les otorgó la vida eterna.

La escena de Cristo en la cruz, con una corona de espinas en su cabeza, se convirtió en la imagen principal de adoración de los feligreses. Por eso en las iglesias, siempre está Jesús en la cruz con el INRI en la parte superior.
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Para las antiguas generaciones, ese día no se podía jugar, ver televisión ni hacer actividades físicas porque era considerado día de luto, ya que un viernes santo torturaron al señor Jesucristo y lo crucificaron en la cruz.

El Viernes Santo nació para conmemorar el día de la muerte de Jesús (el 14 del mes de Nisan, un viernes). Antiguamente era un día de luto en el que se participaba mediante el ayuno, que luego se extendió a todos los viernes del año”, según consigna la página Vatican News.
La oración del Viernes Santo:
“Oh Dios, tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”
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