Todos debemos ser flexibles y tolerantes, no sólo con los demás sino también con nosotros mismos. Esto nos evitará tener que enfrentarnos con situaciones críticas que, a decir verdad, no sabemos manejar.
La flexibilidad es la única respuesta válida frente a cualquier cambio sorpresivo. ¿Por qué? Porque ser flexible es observar una nueva situación y actuar de acuerdo con ella.
¿No nos salió ese trabajo al que nos postulamos? ¿Acaso no logramos cristalizar ese anhelo por el que veníamos trabajando?
No culpemos a nadie, tampoco nos arrepintamos de haberlo intentado; sólo debemos practicar la aceptación con paciencia, sin que por ello debamos resignarnos.
De forma desafortunada nos han enseñado que la flexibilidad es sinónimo de ceder para evitar conflictos.
¡No es así!
Ser flexibles no significa dejarse llevar o ser condescendientes con todo. ¡Es otra cosa! Soy de los que cree que debemos aceptar que la vida no siempre nos resulta como queremos, teniendo en cuenta que hay más de una posibilidad ante nosotros.
Para lograr esa gota de flexibilidad que nos falta, nos corresponde asumir el entorno de una manera más propositiva, adquiriendo una mayor madurez al actuar. Lo menciono porque cualquier actuación ligera o irresponsable podría resultarnos enormemente contraproducente.
El valor de ser flexibles cobra especial importancia en estos días que estamos viviendo. Las diferencias entre cada uno de nosotros salen a flor de piel y ellas han venido exasperando nuestros estados de ánimo.
Hoy en día nos corresponde desarrollar cualidades internas como la resiliencia, el desarrollo de nuestra experiencia interna de calma y, por supuesto, nuestra capacidad de actuar con prudencia.
¿Cómo aprender a ser flexible, sobre todo cuando siempre queremos que las cosas nos salgan tal y cual las esperamos?
He aprendido a lo largo de mis años a darles una mayor perspectiva a todas las circunstancias que vivo, desde las que llaman ‘malas’ hasta las que tildan de ‘buenas’.
Obviamente las circunstancias que no me han resultado favorables, ya sea porque en esos momentos truncaban mis planes, me han dado muy duro. No obstante, mi vida ha seguido fluyendo con los tiempos de Dios.
¿Qué les sugiero?
Que nos concentremos en nosotros mismos para descubrirnos y conocernos mejor, sin caer en el error de los fanatismos. Esto también implica estar muy alerta para enfrentar y desechar los altibajos de nuestros estados de ánimo.
La prudencia al actuar y la observación directa y atenta de los hechos serán más productivas que las acciones impulsivas. Procuremos ser pacientes y escuchar al máximo, sin comprometernos en controversias o en discusiones estériles y poco productivas.
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