No sé si a usted le pasa, pero a mí me llegan ciertas ‘ráfagas’ de aburrimiento. Cuando eso me sucede intento distraerme en cosas útiles, armo programas con amigos, leo aquí y allá; pero al final termino igual de hastiado. No soy un hombre perezoso ni me lanzo al mundo del ocio solo porque sí; de hecho tengo múltiples ocupaciones, las suficientes como para estar entretenido a toda hora.

Sin embargo, a veces padezco de esa inexplicable y sorpresiva murria. Suena raro que la persona que escribe la sección de Espiritualidad haga tal confesión. Sin embargo, así es. La verdad es que esa sensación de fastidio parece apoderarse de muchos. No obstante, todo aburrimiento es provocado por la falta de interés, por situaciones adversas o por la misma cotidianidad que termina por asfixiarnos.

También puede ser un signo de crisis personal que nos está diciendo, casi que a gritos, que debemos hacer un cambio en nuestra vida.

Es muy importante escuchar ‘este llamado del ánimo’ para reflexionar sobre cómo salir de ese agujero. Es obvio que usted, yo y todos los que alguna vez nos aburrimos descubramos qué es lo que nos tiene tan desganados.

Y más allá de lo que nos pase recordemos que todo tiene su origen en un estado negativo que, si lo analizamos bien, debió ser creado por algo que no hicimos a tiempo o que evidentemente se convirtió en la piedra de nuestros zapato.

Es decir, el aburrimiento viene de adentro y si estamos interesados en salir de él necesitamos hacer un trabajo interior; de lo contrario seguiremos así, con el agravante de que la situación puede llevarnos a pique.

Revisemos bien qué es eso que nos tiene sumergidos en ese tipo de estado tan soporífero. Tal vez caemos en la monotonía, de pronto nos alejamos de nuestro proyecto de vida o es probable que el estrés nos haya ido llevando de manera paulatina a esa situación tan adormecedora.

¿Sabe algo?

Cuando uno se aburre solo tiene dos opciones: o crea un ambiente nuevo y real o espera que el tedio lo carcoma. Hay varias maneras de aumentar la energía y dejar de sentirse fastidiado con el entorno. Una de las maneras más clásicas y efectivas es la de levantarse, mirar el mundo con unos lentes más esperanzadores y sacudirse de tajo de la modorra.

¿Qué pretendo explicar?

Que es preciso darle emoción a nuestro mundo. Tal vez sea tiempo de experimentar algo nuevo, siempre y cuando sea sano. Cada vez que aparece una agenda distinta, uno mismo comienza a diseñar desafíos y sobre todo a despejar caminos.

Con esto no le estoy diciendo que deje tirada toda su agenda. Si bien debe valorar los aspectos que le permiten sentirse bien consigo mismo y cultivarlos, también hay oportunidades para lanzarse y demostrarse lo que es capaz de hacer. Muchos pensionados, esos que pasaron decenas de años en un oficio, una vez reciben la pensión se redescubren y comienzan a vivir cosas distintas.

Si usted pasa por un episodio de aburrimiento, le reitero que debe ser sincero y escuchar su voz interior.

Usted se conoce mejor que nadie; solo tiene que escudriñar lo suficiente como para encontrarle la chispa a la vida.

Después de esa radiografía, mejore su entorno, apueste por sus anhelos y cumpla esos sueños que mueven su alma de forma automática. Es mejor hacer eso que quedarse bostezando.

¿No le parece?

Reflexiones resueltas

Al final de su vida tres cosas importarán de verdad: 1. Lo mucho que amó. 2. Lo bondadoso que fue con los demás. 3. La facilidad con la que dejó ir lo que no era para usted. Los tiempos difíciles no son para siempre. Toda prueba llega con un propósito y depende de usted descubrir la enseñanza que esta esconde. 

Lo más valioso de la vida no es lo que tenemos sino esa persona que está a nuestro lado. Preocupémonos más por la gente que por la riqueza.

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