Particular historia esta que paso a relatar, pues todos los que en ella aparecen están muertos, irremediablemente muertos hace muchos años, salvo yo que he sido preservado en alcohol para contarla”, así empieza ‘La cuadra’, la primera novela del autor Gilmer Mesa, quien quiso plasmar en 184 páginas lo que fue crecer en un barrio como Aranjuez, en Medellín (Antioquia), entre los años 80 y 90.
A mi hermano lo mataron el 5 de junio de 1991. Él murió porque se metió a una de esas bandas y la verdad todos los que escogieron ese camino terminaron muertos. Yo no me acerqué a ellos porque mi hermano no me dejó que me metiera en nada.
Entonces, aprendí a hacer otras cosas como escribir”, nos empezó contando el residente de la comuna 4, quien ha vivido en sectores como La 92, La Arboleda y La Piñuela.
“Esta novela es básicamente Aranjuez en su esplendor. Una cuadra de este barrio en donde se suscitaron un montón de situaciones, entre ellas la muerte de mi hermano mayor y ese es el centro de la novela”, aseguró.
En este libro, publicado en 2017, se expone la violencia de ese entonces por grupos como Los Priscos, que Gilmer nombra en su libro ‘Los Riscos’, quienes fueron responsables de asesinatos tan mediáticos como los del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla (1984), el director de El Espectador Guillermo Cano Isaza (1986), y el coronel Valdemar Franklin Quintero (1989).
¡Llegó hasta a Australia!
El escrito de este colombiano ha llegado a muchas partes del mundo.
“Me han escrito de Francia, Australia, España, Italia y Estados Unidos, entre otros países. Un conocido un día me dijo que vio el libro en la biblioteca Nacional de París (Francia).
No entendía cómo llegó hasta allá, eso me perece importante”, aseguró el también ‘profe’, quien aunque reconoce que los tiempos han cambiado, no cree que el mal se haya ido.
“La cosa sí ha cambiado desde todo punto de vista; sin embargo, no es que esos problemas hayan desaparecido, sino que se trasladaron a otros barrios.
Además, los problemas que suscitaron todos esos conflictos siguen vigentes”, dijo con preocupación.
Para el letrado hombre no es imposible acabar con la violencia y para esto tiene un pensamiento.
“Yo digo que para terminar con esto habría que educarnos mejor, no solo en la escuela, sino desde lo humano. Tener la necesidad de cuidar al otro y no ser gente que privilegie la guerra por encima de la vida”, reflexionó.
Él sigue soñando con que esto pueda pasar, y más en barrios como en el que creció: Aranjuez, un territorio paisa de todos y nadie.
“Llevo al barrio por dentro, lo que tengo con Aranjuez es un vínculo poderosísimo y sanguíneo. Todo lo que más me ha importado a mí en la vida lo he tenido y lo he perdido aquí.
Considero que el único sitió en el mundo en el que yo puedo considerar mi hogar es Aranjuez”, finalizó.
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