Viernes, 19 Abril 2024

Bobby Cruz, una talentosa vida dedicada a su fe
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No hay que ser un amante empedernido de la salsa para saber quién es Bobby Cruz (o Robert Cruz Ramos). Su nombre, así como el de su eterno compañero Richie Ray, es un referente del género desde los 60, cuando con canciones como ‘Comején’ y ‘Sonido bestial’ conquistaron América Latina.

El puertorriqueño tal vez ya no tiene los mismos alientos, como es normal a los 84 años, pero su memoria está intacta. Así como recuerda las giras, los éxitos y demás, también reconoce esas embarradas, infidelidades y caídas.

Bobby nunca se ha pintado como una santa paloma. Sin tanto misterio ha reconocido sus errores, esos que siempre ha tratado de corregir, y más después de convertirse al cristianismo.

Rose Marie, su esposa, es quien ha estado a su lado, pasándole más de una y recordándole su fe en Dios.

Este año, ‘el rey de la salsa brava’ se despidió de los escenarios. Aunque su deseo está, la fortaleza se ha visto disminuida con los años. Ahora el boricua les saca el tiempo a sus otras pasiones, como la literatura.

Recientemente relanzó su libro ‘Hubo una vez un niño’, y espera con ansias el estreno de la película ‘Richie Ray y Bobby Cruz, los reyes de la salsa’, que se convertirá en la excusa para entonar siquiera dos de sus temas en los cinemas del país.

Bobby Cruz, una talentosa vida dedicada a su fe No hay que ser un amante empedernido de la salsa para saber quién es Bobby Cruz (o Robert Cruz Ramos). Su nombre, así como el de su eterno compañero Richie Ray, es un referente del género desde los 60, cuando con canciones como ‘Comején’ y ‘Sonido bestial’ conquistaron América Latina.

Háblenos del libro…

Este libro, que es una novela, se lanzó hace más de 20 años bajo el título ‘Cuando era un niño’.

Es un relanzamiento del mismo libro. Lo que pasa es que la editorial que lanzó el original se salió el negocio y el libro caducó, pero yo había comprado los derechos.

20 años más tarde la gente comenzó a buscar ese libro y a contactarme, entonces se me ocurrió la idea de volverlo a lanzar. Le hice una carátula nueva, le hice los cambios menores adentro y lo lancé bajo el título ‘Hubo una vez un niño’”.

Este año usted se despidió de los escenarios, ¿es definitivo?

(Risas) Yo me he despedido como una docena de veces y siempre alguien me vuelve a sacar… Mi despedida sigue siendo parcial, porque yo no voy a hacer ciertas cosas: no puedo hacer esas giras de un mes con conciertos todas las noches de dos horas.

A mi edad yo ya no puedo hacer eso, pero digamos que me invitan a un concierto donde hay cuatro orquestas y tengo que ir y cantar dos canciones, pues sí. Pero los vuelos de ocho horas en avión, los buses de un sitio a otro… ya no quiero hacerlo. No es que no quiera, es que no puedo hacer eso.

A Richie lo conoció en el barrio…

Éramos vecinos y nuestras madres trabajaban en la misma fábrica: eran costureras. Richie es menor que yo siete años.

Yo formé el grupo muy joven y me traje a Richie como con 10 u 11 años a tocar el contrabajo. Él no tocaba el piano todavía, estudiaba, pero sí tocaba el contrabajo.

¿Se llevaban mucho la contraria?

Musicalmente, todo el tiempo, pero no peleábamos. Richie es un músico completo. Estudió para ser concertista de piano y yo soy un músico de la calle, así que teníamos nuestras diferencias.

Richie quería hacer música que solo los que estudiaron música la pudieran entender, y yo quería hacer música que la gente pudiera entender.

Bobby Cruz, una talentosa vida dedicada a su fe No hay que ser un amante empedernido de la salsa para saber quién es Bobby Cruz (o Robert Cruz Ramos). Su nombre, así como el de su eterno compañero Richie Ray, es un referente del género desde los 60, cuando con canciones como ‘Comején’ y ‘Sonido bestial’ conquistaron América Latina.

Su primer éxito fue ‘Comején’…

Nosotros no íbamos a poder tocar mejor mambo que Tito Puente o mejor pachanga que Johnny (Pacheco).

Decidimos hacer un trabajo en hoteles de veraneo, donde tuviésemos que trabajar de noche, pero teníamos el día completo juntos, porque vivíamos allí. Así lo hicimos y allí fue donde nos sentábamos a hacer música que fuera diferente, a experimentar, y allí nació el ‘Comején’. Las cosas más buenas a veces salen sin uno planificarlas.

¿Qué piensa si le dicen ‘Sonido bestial’?

‘Sonido bestial’ es el éxito. Para Richie y para Bobby es el prototipo de lo que es la salsa, porque la salsa para nosotros es una fusión de música, de ritmos… Cualquier cosa es salsa rítmica: si tocan una guaracha, es salsa. Si tocan wawancó, también. Los cubanos se ofenden porque dicen: “esa música nosotros la teníamos desde siempre”, y es verdad, pero ningún cubano me ha dicho que ‘Sonido bestial’ es música cubana, ¡nunca! Porque ahí están todos los ritmos sin perder la clave.

¿Era típico que las mujeres le tiraran el brasier en los conciertos?

Sí, eso sí pasaba mucho, y era peor, porque ellas tiraban el brasier y se quedaban en la silla esperando a que nosotros termináramos. Fueron años difíciles para mi esposa, y yo estaba como el ciego que nunca ha visto.

Yo pensaba que todo eso estaba ahí para mí, el mundo completo: todas las muchachas, todas las drogas, todo el placer era para mí.

Bobby Cruz, una talentosa vida dedicada a su fe No hay que ser un amante empedernido de la salsa para saber quién es Bobby Cruz (o Robert Cruz Ramos). Su nombre, así como el de su eterno compañero Richie Ray, es un referente del género desde los 60, cuando con canciones como ‘Comején’ y ‘Sonido bestial’ conquistaron América Latina.

¿Cómo manejaba eso?

Yo no le mentía, yo le decía la verdad. Le decía:

“Mira, apareció un fenómeno allí y me sacó de carrera”. Yo, con toda seriedad, porque ella es el amor de mi vida, le decía: “Rose, yo sé que eso te molesta, te duele, dame una oportunidad más y no te voy a volver a fallar”, y yo estaba seguro de que no le iba a volver a fallar. Esa misma noche llegaba un fenómeno más al sitio y yo decía: “Ok, esta va a ser la última”.

Los muchachos de la orquesta me veían y me decían: “¿Esa es la última también?” (risas). Por eso ando para todos lados con mi esposa… no vuelve a haber otra última (risas).

De no ser por la música, ¿qué otra cosa le hubiera gustado hacer?

Intenté hacer otras cosas. No pude estudiar, porque académicamente costaba mucho dinero, así que estudie vocacional, que no costaba nada. Yo soy joyero de profesión, nadie tiene lo que mi esposa tiene porque las joyas se las hice todas yo, pero la música me atraía demasiado.

Estudié con el propietario de la Fania para ser policía. Fuimos a la academia y nos graduamos los dos, pero ninguno ejerció: él decidió estudiar leyes y se hizo abogado, y yo decidí seguir la música y empecé a trabajar para él.

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