Esta es la historia de un cacique que hizo un pacto con el Diablo, con el fin de que este creara un puente para su comunidad. Le contamos los sorprendentes detalles.
Cuenta la leyenda que hace muchos años el Cacique Pandé estaba preocupado por la situación comercial de su pueblo, la cual se paralizaba con sus vecinos Pijaos y Cundayes cada vez que el río Sumapaz crecía.
En busca de una alternativa para poder cruzar el río, Pandé decidió contactar a Buziraco, más conocido como el diablo, para hacer un pacto con él a cambio de que creara un paso fácil al territorio de Icononzo (Tolima) desde Pandi (Cundinamarca) y así evitar el riesgo de morir en las frías y violentas aguas del río.
La apuesta de un hombre y el diablo
El diablo escuchó la osadía de la pobre comunidad del cacique y accedió hacer una apuesta con él, la cual consistía en que el diablo construiría un puente con solo dos piedras durante una noche. El trabajo que debía realizar el demonio sería hecho entre la medianoche y antes de que cantara el gallo, a cambio de esto Pandé tenía que darle su alma y la de sus descendientes por cuatro generaciones. Ambos accedieron a cumplir con sus ofrecimientos; sin embargo, el diablo creyó que con su enorme poder y fuerza lo lograría, pero vaya sorpresa se llevó.
Cuando llegó la hora de empezar con el trabajo y construir el puente, el diablo marchó hasta las tierras de Tibacuy y arrancó dos piedras grandes, decidió no esforzarse mucho y llevar una por una, aún así, la primera piedra la llevó en muy poco tiempo; la arrojó al abismo y logró tapar una parte de la enorme abertura que había. Cuando se devolvió hasta el cerro Quininí (Tibacuy), tomó la segunda piedra con la cual terminaría de construir el puente, pero cuando iba caminando encontró unos tejos con los que le pareció gracioso jugar y detenerse, igual todavía tenía tiempo de sobra, según él. Luego recordó que al terminar el puente podría reclamar el alma de Pandé, así que alzó la piedra y siguió su travesía silbando y tarareando una canción diabólica.
Pandé conservó su alma
Al poco tiempo de llegar, cuando se encontraba atravesando el territorio de lo que hoy es Arbeláez y más exactamente en la vereda llamada Tiscinse, sorpresivamente sonó el canto del gallo. No podía creer cómo un demonio tan grande y poderoso como él había perdido una apuesta. Furioso arrojó la piedra que traía al hombro, le dio dos puños y dos patadas, cayendo en el abismo que quedaba por cubrir.
Así, con un diablo confiado y la lucha de un cacique por su pueblo, nació el puente natural que luego sería mejorado por la gente del pueblo Sutagao.
El relato sigue vigente entre los habitantes de Sutagao, además es una narración que aman los turistas que llegan a conocer la estructura e historia del lugar.
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Por otro lado, hay quienes aseguran que al ser un puente hecho por el mismísimo diablo, la construcción se vio inundada de sangre en medio de la guerra bipartidista que vivió el país en el año 1948 entre Conservadores y Liberales, pues los conservadores engañaban a sus enemigos hasta llevarlos al puente y desde allí arrojarlos.
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