Lunes, 20 Marzo 2023

Terrible crimen de comerciante de plátanos en Bosa

Los policías subían rápidamente los escalones de la casa de cuatro pisos donde vivía don Édgar Eliécer Ortegón Rodríguez, un querido vecino del barrio Bosa Brasilia. Al llegar a la tercera planta, los uniformados encontraron a quien buscaban con tanto ahínco: el hombre que, presuntamente, acababa de asesinar al comerciante de 61 años.

Una señora que iba a comprarle un aguacate y un plátano al señor se llevó una sorpresa cuando le comentaron ayer que un tipo lo había matado. Sin embargo, en la cuadra donde fue hallado muerto don Édgar, los vecinos guardaban un silencio sepulcral ante lo ocurrido la tarde de este viernes. Nadie quería reconocer que el señor había sido asesinado cuando intentaba detener a un sujeto que le estaba robando y quien sería otro residente del mismo barrio.

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Las autoridades siguen adelantando la judicialización del sujeto capturado, mientras familiares y amigos despiden al carismático comerciante que les vendía los mejores plátanos de la zona.

Ahorcado en su bodega…

Por muchos años don Édgar era conocido por vender verduras, en particular plátanos, en una bodega ubicada en la primera planta de la casa adaptada con varios apartamentos, incluido el de don Édgar y su bodega de ventas. La tarde del crimen, sobre las 4:30 p. m., varios vecinos alertaron a la Policía de varios gritos escuchados dentro del inmueble, localizado en la Carrera 87J con Calle 51A Sur.

“Supimos que lo mataron, pero no por qué. Es que se escucharon gritos, como que el señor estaba discutiendo con otro tipo que se le había metido a la bodega y llamaron rápido los del CAI; pero cuando llegaron ya el señor no vivía”, narró ayer una vecina del barrio.

De acuerdo con las autoridades, no era la primera vez que el señor era hurtado por ese mismo sujeto, solo que en esta ocasión don Édgar se dio cuenta de lo que sucedía y siguió al descarado hasta la bodega donde almacenaba los plátanos y otras verduras, e intentando detener al pillo que se robaba unos objetos del comerciante, la respuesta del criminal fue agarrarlo del cuello y apretarlo con unas fuerzas increíbles, hasta que el señor dejó de respirar.

No se pudo hacer nada para salvar a don Édgar, su cuerpo quedó entre los bultos de plátano que vendía a diario. “Toda la vida él duró vendiendo plátanos y verduras, daba los mejores precios. Tenía sus proveedores y siempre salía solo a traer los bultos en su carrito. Además, era un hombre de lo más cordial y amable. Ojalá le caiga todo el peso de la ley contra el culpable”, cerró indignado un vecino del sector.

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