Todas las personas que aseguran haber recibido el Espíritu Santo sostienen que su vida les cambió y que se transformaron para bien.
Afirman que es como si una luz brillante iluminara sus caminos las 24 horas del día, proporcionándoles claridad en momentos de confusión y consuelo en situaciones de angustia.
Se sienten más fuertes y capaces de enfrentar los desafíos de la vida con valentía y confianza.
¿Por qué experimentan esas sensaciones? Porque saben que el Espíritu Santo está a su lado, se convierte en un compañero constante y está siempre presente para brindar apoyo y aliento en cada paso que dan.
Y es ahí en donde radica la importancia del tema de hoy. El Espíritu Santo en nuestra vida no es sólo un acto de fe, una creencia católica o el simple hecho de una conexión con la vida espiritual; sino una presencia que trae consigo paz interior en el ‘día a día’.
Cuando recibimos el Espíritu Santo; es decir, cuando percibimos la actividad de Dios presente entre nosotros, las preocupaciones que antes pesaban sobre nuestro corazón se disipan. En su lugar, experimentamos una calma y serenidad que trasciende las circunstancias externas.
Y más allá de las interpretaciones religiosas que le han dado al Espíritu Santo, debemos tener presente que si tenemos fe podemos experimentar esa “fuerza o cualidad divina”.
De esta forma podemos hacer que nuestra vida se vuelva más clara y disfrutamos de una mayor sintonía con la voz de Dios y con sus sabios
designios.
El Espíritu Santo nos guía y
dirige, abriendo nuevos caminos y revelando perspectivas que no solemos ver por la ansiedad, los afanes, el estrés y la misma incredulidad en la que vivimos.
Serenidad, sabiduría, entendimiento, piedad, fortaleza y consejo son algunos de los dones del Espíritu Santo. En general, son
incomparables las promesas de esperanza que Dios nos concede.
Dicho de una manera más práctica, recibir el Espíritu Santo es una invitación a llevar una vida llena de amor y de sanos propósitos. Es un recordatorio constante de que no estamos solos, de que hay una fuerza celestial que nos orienta y que nos acompaña en cada paso del camino.
Es un regalo que nos invita a
vivir en comunión con lo divino y, sobre todo, a experimentar la
plenitud de la vida espiritual en medio de lo cotidiano.
Haga siempre el bien, compórtese con la mayor gallardía posible y jamás se meta en chismes, para que cuando alguien quiera hablar mal de usted se vea obligado a mentir.
Recuerde: ¡Lo que las personas digan a su espalda refleja lo que ellas son en realidad, no lo que usted es!
Reflexiones cortas
* No podemos estar en ‘modo supervivencia’, nos corresponde estar en ‘modo crecimiento’. De hecho, Dios bendice nuestras vidas y, a cambio de ello, nos reta a subir escalones cada día. Y no se trata sólo de prosperidad, también debemos avanzar en responsabilidad, compromiso y confianza.
* Tal vez podemos fallarles a los demás con el mal carácter, pero jamás debemos ser desleales con ellos. La lealtad es un valor basado en el respeto hacia el prójimo y es una característica que demuestra coherencia entre los valores humanos y nuestra forma de actuar.
- No se pierda: Prepárase un omelette con todos los poderes
* Puede errar, siempre y cuando conjugue los siguientes verbos: superar, aprender, recomenzar y sobre todo, perdonarse a usted mismo. Si se equivoca, respire profundo, asuma la responsabilidad, ordene sus ideas y ponga un plan en marcha para solucionar la falta.
Redacción: Euclides ‘kilo’ Ardila
Elija a Q’HUBO Bogotá como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí
¿Qué tal le pareció este contenido?
¡Haga clic en una estrella para puntuar!
Promedio de puntuación 4,7 / 5. Recuento de votos: 3
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sea el primero en puntuar este contenido.