Viernes, 03 Mayo 2024

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Así se creó el Museo Fernando Botero
Fotos: Colprensa
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Le contamos la historia detrás de uno de los más grandes actos de amor de Fernando Botero.

En muchas ocasiones, el maestro Fernando Botero dijo que en su juventud cuando empezó su interés por el arte, comenzando por la pintura, sus principales referentes no los encontró en los museos o galerías, sino en las iglesias.

A mediados del siglo pasado, eran escasos los museos de arte en el país, por lo que fue una revelación para Botero, a sus 21 años, poder viajar a estudiar a Europa y encontrarse, frente a frente, con buena parte de la historia del arte universal.

Casi 50 años después, convertido en uno de los artistas más importantes del arte de todos los tiempos, decidió dar un generoso aporte, con el objetivo de ayudar a solventar esas carencias que en su juventud sufrió y poner al alcance de todos los colombianos una colección de 123 obras suyas, junto a 85 piezas de arte de otros artistas que con los años él fue coleccionando.

Así fue que se creó el Museo Botero en 2000, que en el corazón histórico de Bogotá hace parte del complejo cultural del Banco de la República, en donde también se encuentra la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Casa de la Moneda, entre otras instituciones.

Un lugar de fama internacional. Con el aumento de los turistas al país en los últimos años, buena parte de ellos llegan a sus instalaciones para conocer más del maestro antioqueño, con facetas poco conocidas en el exterior, como la de ser un apasionado coleccionista, su constante estudio en la historia del arte y el reto continuó de no dejar de estudiar a los más importantes maestros.

Hasta esa fecha, Fernando Botero llevaba más de tres décadas como coleccionista de arte. Él mismo, en un documental sobre su vida habló de cómo su pasión por coleccionar arte lo llevó por las piezas precolombinas, luego se concentró en arte colonial, para concentrarse más adelante en el dibujo, la pintura y la escultura moderna universal.

Así se creó el Museo Fernando Botero En muchas ocasiones, el maestro Fernando Botero dijo que en su juventud cuando empezó su interés por el arte, comenzando por la pintura, sus principales referentes no los encontró en los museos o galerías, sino en las iglesias.
Fotos: Colprensa

Entre bodegas y apartamentos de Nueva York, París, Mónaco y Pietrasanta, donde habitualmente Botero tenía sus estudios de trabajo, además de un depósito en un banco suizo, en su sede de Bogotá, se encontraba repartida su colección de obras de otros artistas, junto a sus propias creaciones, mientras que estas no estuvieran haciendo parte de alguna exposición de las tantas que suelen recorrer el mundo.

Pero su primera idea del maestro era realizar una primera donación al Museo de Antioquia en Medellín, al cual estaba dispuesto a entregar entera su donación.

Se dice, que la burocracia y la poca claridad en cómo sería tratada dicha donación acabó con la paciencia de Fernando Botero, momento que aprovecharía la Alcaldía de Bogotá de su momento, le presentó una sólida propuesta, con un museo propio que albergara la colección, que en su momento fue avaluada en 200 millones de dólares.

Todo esto con el respaldo del Banco de la República, de larga trayectoria en el campo de la cultura y las exposiciones de arte de alto nivel, por lo que la colección donada tuvo una exposición en la Fundación Santander Central Hispano de Madrid (España).

Una vez se puso en marcha el proyecto del Museo Botero en Bogotá, en su tierra natal, Antioquia, buscaron la manera de también recibir algunas obras del maestro Fernando Botero, quien en un acto de generosidad sin precedentes, aportó un importante número de piezas para las nuevas instalaciones del Museo de Antioquia, junto a un conjunto de esculturas para el Parque Botero, un sitio obligado de visita para todos quienes llegan hasta Medellín.

En un esfuerzo más, el artista reunió un nuevo conjunto de cerca de 21 piezas de otros artistas, para donarlos al Museo de Antioquia.

El propio Fernando Botero realizó la curaduría, pues dentro de las cláusulas de la donación está en que las obras no podrán reubicarse o ser objeto de préstamo alguno a otro tipo de institución, por lo que el recorrido por el museo, es el mismo que Fernando Botero propuso hace 20 años.

En el corazón de Botero

El viaje por el arte universal que influyó la propia creación de Botero inicia por la sala donde se concentraron las obras de artistas europeos de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, donde los espectadores se encontrarán con la obra más antigua de la colección ‘Gitana con Pandereta’, de Jean-
Baptiste-Camille Corot, artista pre-impresionista.

Luego se llega al impresionismo con dos óleos de Pierre Auguste Renoir, junto a un panorama de la bella Ámsterdam creado por Claude Monet, óleos de Camille Pissarro y Gustave Caillebotte y una escultura de Edgar Degas.

Así se creó el Museo Fernando Botero En muchas ocasiones, el maestro Fernando Botero dijo que en su juventud cuando empezó su interés por el arte, comenzando por la pintura, sus principales referentes no los encontró en los museos o galerías, sino en las iglesias.
Fotos: Colprensa

El encuentro sigue con las obras posimpresionistas con ‘Bebedora de ajenjo en Grenelle’ de Henri de Toulouse-Lautrec. Más adelante Botero confesaría que por más que lo intentó y buscó adquirir otras obras de esta línea artística fue prácticamente imposible por su alto costo, pues entre los posimpresionistas se encuentran firmas como Van Gogh, Seurat y Cézanne.

Cada una de las obras no sólo tienen un alto valor artístico y monetario, también sentimental para el maestro, como un desnudo de Pierr Bonnard, que Botero adquirió tras meses y meses de negociación con uno de los más importantes coleccionistas de arte del mundo, así como un retrato pintado por Edouard Vuillard, que por años estuvo colgado en una de las paredes de su habitación en su apartamento en Nueva York.

El recorrido continúa por dibujos del Siglo XX con obras de Jacques Lipchitz, Edgar Degas, George Grosz, Léger, Henri Matisse y Gustav Klimt. También le dedicó un espacio a las vanguardias americanas de mediados del siglo XX con óleos de Wifredo Lam o Roberto Matta, así como Robert Rauschenberg o Willem de Kooning, entre otros.

La colección de obras realizadas por Botero y que son parte de la donación, 123 piezas, incluye numerosos óleos, dibujos, pasteles, sanguinas y esculturas realizadas por Botero especialmente durante los últimos veinte años del Siglo XX, pues su producción temprana, entre las décadas del 40 y 60, se encuentran en la exposición permanente del Museo Nacional de Colombia, también en Bogotá.

Un imperdible de la colección es la versión boteriana de la ‘Monalisa’, de Leonardo da Vinci y una parte de la primera serie sobre la violencia en Colombia, pues su última serie sobre la violencia también se encuentra en el Museo Nacional.

También se encuentran esculturas de pequeño y mediano formato elaboradas en bronce y mármol.

Años más tarde, su hija Lina Botero confesaría, que al momento de hacer la donación para Medellín y Bogotá, y teniendo a cargo su curaduría, sentía que le hacían falta ciertas obras de algunas épocas o artistas, por lo que viajó por el mundo para comprarlas e incluirlas en dicha donación.

“Para mí es un placer infinito saber que estas obras pertenecen hoy a Colombia; saber que los estudiantes que ingresen a esta casa, entrarán en contacto con las corrientes artísticas más importantes de nuestro tiempo, contemplando aquí permanentemente, obras originales de grandes maestros; saber que los amantes de la pintura y la escultura puedan venir a visitar este remanso de paz y pasearse tranquilamente por estas salas, dejándose inundar por la estética moderna. Que quede pues este pequeño oasis de cultura en medio del frenesí de la vida ciudadana”, comentó en su momento el maestro Fernando Botero.

Hasta hace poco el maestro visitó el Museo, se paseaba por las salas saludando al público y al personal que labora en él; como el buen estudiante que fue, observaba con calma las obras y se fijaba en los detalles del montaje, “hay que subir esta luz”, “esa pared necesita pintura”… Siempre pensando en que la experiencia de los visitantes fuera la mejor, siempre dispuesta a tomarse una foto con quien se lo pidiera.

Redacción Colprensa.

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