La Navidad de 2021 de Kevin Strickland tendrá un sabor único, luego de que el tribunal del estado de Misuri, en Estados Unidos, determinara que este hombre de 62 años era inocente de un horrendo crimen por el cual estuvo 43 años en la cárcel.
Difícil de creer, pero esa es la realidad y pone en evidencia, una vez más, las fallas del tan criticado sistema de justicia gringo.
Aunque se diga que la justicia por más que cojea llega, quienes conocieron el caso de Kevin no dudan en calificarlo como una persecución racista por parte de quienes se encargaron de inculparlo y encarcelarlo en 1979.
“Tienen al hombre equivocado”
Después de sobrevivir a un brutal ataque, Cinthya Douglas se convirtió en la testigo clave para esclarecer el crimen que había sucedido en Kansas (EE. UU.) el 25 de abril de 1978, cuando dos hombres entraron en la casa en la que ella se encontraba junto a Sherrie Black (22 años), John Walker (20) y Larry Ingram (21), quienes fueron asesinados con disparos.
Kilm Adkins y Vincent Bell, sus victimarios, fueron capturados horas después del hecho y al día siguiente, la policía decidió capturar a Kevin Strickland, luego de que Douglas, influenciada por un comentario de su cuñado, lo vinculara con el asesinato; esta fue la única prueba que llevó ante los tribunales.
En la justicia gringa un papel fundamental lo juegan los jurados, un grupo de personas elegidas al azar quienes deben mirar las pruebas de las partes.
En el caso de Strickland (foto al momento de su captura), un hombre afroamericano de 18 años en ese momento, sus jueces fueron un grupo de hombres blancos para quienes no valieron los testimonios de familiares diciendo que el día del crimen él se encontraba viendo televisión.
Tampoco valió el de Vincent Bell (capturado), señalando que Kevin no había participado en el asesinato; y menos le pusieron cuidado a Douglas cuando ella dijo, tiempo después, que había dado ese testimonio por presiones de los investigadores advirtiendo que “tienen al hombre equivocado”.
La suerte de Kevin estaba echada y en 1979 fue enviado a la cárcel y condenado a 50 años, así fue como perdió contacto con sus padres, sus cuatro hermanos y su hija, quien había nacido un año antes.
Un golpe de suerte tardío
En sus respectivos juicios, Kilm Adkins y Vincent Bell fueron condenados a 20 años de cárcel, de los cuales pagaron diez y quedaron libres.
Entre tanto, Kevin buscó por todos los medios alegar por su inocencia, hasta que su defensa la asumió en 2009 ‘Midwest Innocence Project’, una organización contra las condenas injustas, la cual reunió toda clase de pruebas, incluso entró en contacto con Cinthya Douglas, quien murió en 2015, justo antes de que pudiera dejar el escrito de retractación, pero aún así su madre, hermanas e hija pudieron dar testimonio de los hechos.
Pero solo hasta 2017 el fiscal Jean Peters Baker aceptó las pruebas para reabrir el caso, desde entonces vino una dura pelea legal que terminó cuando hace pocos días un juez de Kansas determinó que Strickland era “claramente era inocente”.
A pesar del increíble e infame error judicial, Kevin no será indemnizado, pues insólitamente las leyes determinan que a este beneficio solo acceden quienes obtienen su inocencia por pruebas de ADN y no por testimonios.
Sin embargo, muchas personas conmovidas por su historia le han donado $6.302 millones para ayudarle a iniciar una nueva vida. Más que justo y necesario.
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