Un mundo como el nuestro, en el que viven cerca de 700.000 millones de personas, está repleto de todo tipo de comportamientos, enfermedades y condiciones médicas que escapan, la mayoría de las veces, a la lógica y el sentido común.
Tal es la historia de una mujer gringa a la cual, desde niña, le fue diagnosticada una rara enfermedad en la que una parte de su cerebro no se desarrolló totalmente. Producto de esta condición, la mujer ha tenido que crecer sin una parte de este órgano que es fundamental para el desarrollo de nuestras actividades cotidianas.
A pesar de ello, esta persona ha podido llevar una vida normal y con pocos sobresaltos, asombrando a científicos y médicos por igual. Ojo a su increíble historia.
Una vida normal, contra todos los pronósticos
Cuando era una bebé, EG (iniciales que usa esta mujer para identificarse y proteger su entidad) sufrió un duro golpe en su cabeza que estuvo a punto de provocarle un derrame cerebral. Afortunadamente ella sobrevivió, pero los médicos le sugirieron que se realizara exámenes al cerebro de manera continúa al menos durante sus primeros 10 años de vida. Así fue. EG acudió con juicio a estos exámenes en los cuales los médicos detectaron que el lóbulo frontal derecho de su cerebro, una parte fundamental de este órgano, no existía.
Ellos no se explicaban de qué forma había desaparecido o por qué no se había desarrollado, pero lo cierto es que lo más sorprendente de este hallazgo, más allá de sus causas, era que dada esta condición, EG no debería poder hablar bien o, a lo sumo, tener convulsiones de manera seguido.
Ninguna de estas dos condiciones se cumplía, por cuanto ella llevaba una vida normal. EG creció y llevó una vida sin sobresaltos: estudió una carrera universitaria relacionada a las matemáticas y, de hecho, aprendió a hablar ruso, una lengua sumamente complicada.
Un “cerebro interesante”
Respecto a su condición, ella (EG) prefería mantenerla en secreto, y solo la llegó a comentar con sus padres y dos amigos cercanos. No había mucho que comentar respecto a ello hasta que, un buen día, ella leyó por casualidad una publicación científica de un grupo de neurólogos del MIT (universidad gringa) sobre la anatomía de varios cerebros en el mundo.
Ella la comentó, a modo de ironía, con un “yo tengo un cerebro realmente interesante”. Este mensaje llamó la atención de la neuróloga Evelyn Fedorenko, quien se puso en contacto con ella para comenzar una relación fructífera.
Una vez en contacto, Fedorenko se puso al frente de una investigación que tenía como eje el cerebro de EG y su particularidad. Una vez efectuó el estudio, la científica y su equipo descubrieron que la paciente conservaba el 98% de su función cerebral debido a que su lóbulo frontal izquierdo asumió toda la carga que debería afrontar la parte faltante del cerebro.
Algo semejante era algo inédito hasta el momento, ya que EG es la única persona en el mundo con esta condición que ha podido sortear exitosamente la falta de una parte de su cerebro. Lo que ahora quieren averiguar los científicos en cabeza de Fedorenko es el porqué EG fue capaz de llevar su vida normal.
Algunas hipótesis del equipo sugieren que podría ser una condición genética (solo de su familia), dado lo cual, en paralelo a su estudio, ya se encuentran examinando el cerebro de la hermana menor de esta paciente.
