Tres de los hermanos de Laura Torres se encontraban ayer reunidos frente a la casa donde vivió su hermana de 28 años en el barrio Brasilia de Bosa. La misma casa donde fue vilmente asesinada por su propia pareja sentimental, con quien había compartido una vida de más de 7 años de unión y una pequeña niña de 6 añitos.
Sus ojos inundados de lágrimas expresaban un inmenso dolor; no podían creer que estaban viviendo esta pesadilla que miles de mujeres han padecido en la capital, Colombia y en el mundo: la violencia desmedida contra la mujer. Laura se acaba de viniéramos, ni siquiera a visitarla”, comentó ayer a Q’HUBO Viviana, una de sus hermanas.
La joven y sus allegados habían llegado del Tolima hacía muchos años. Miraban la ventana azul donde vivía la pareja, a la espera del hermano del feminicida y reconstruyendo en sus cabezas aquella tarde del domingo, cuando supieron de la tragedia. convertir en la nueva víctima de un atroz feminicidio en la tarde del Día de la Madre.
Hacía tres años que la familia de Laura se había alejado de la vida de la joven, precisamente, porque “ese tipo era muy celoso y no le gustaba que
El feminicidio…
Un cuchillo a su costado, su pecho acuchillado y el cuello sangrando, fue como la policía halló sobre las 2 de la tarde al conocido en el barrio como don Ferney, la pareja de Laura, de aproximadamente 58 años. Sobre la cama Laura, reconocida por su cabello claro y crespo, se encontraba ya sin signos vitales. Ferney había cogido, dicen los hermanos de la joven, una almohada con la que le arrebató la vida.
“A las 5 de la tarde nos llamaron diciéndonos que Laura había muerto. Una hermana llegó al tantico y apenas estaban levantando el cuerpo. Nos dijeron que el tipo la había asfixiado con una almohada y luego había intentado suicidarse con un cuchillo; se lo clavó en el cuello y en el pecho, pero no logró quitarse la vida y se lo llevaron de urgencias al Hospital de Bosa”, agregó la hermana de Laura.
Al parecer, Ferney, tenía planeado lo que iba hacer: antes de cometer el atroz crimen había dejado a su hija con la abuela, quien habita a una cuadra de la casa de la pareja; además el feminicida habría dejado una carta declarando por qué había cometido la atrocidad de asesinar a su amor y madre de su hija.
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Una vida de opresión
Hacía dos meses Laura había conseguido un trabajo en una empresa de vigilancia. La mujer quería salir adelante, a pesar que su pareja es pensionado y dueño de la vivienda de cuatro pisos (ubicada sobre la Calle 51 Sur con Carrera 88B), de la cual tenía tres alquilados. Ellos vivían en el tercero. Todo indica a que este sujeto ejercía un control, casi obsesivo, sobre Laura.
“Sabemos que él era muy celoso con ella. La mantenía de ama de casa, él casi no trabajaba porque tenía sus arriendos, aunque a veces hacía trabajos de electrónica. Es un exmilitar. Casi no nos dejaba ver a la niña, vinimos a que nos aclaren lo que pasó, era nuestra hermana menor, una mujer noble, trabajadora, buena madre”, dijeron los hermanos dolidos, alejándose para ingresar a la casa donde les arrebataron a su hermanita.
Mientras la familia de Laura espera a que el padre de la joven instaure la denuncia formal contra Ferney, el país ya reporta un 15% de aumento en feminicidios entre 2020 y 2021. Solo este año ya van 55 mujeres asesinadas por su condición de mujer. Un panorama demasiado triste y desolador.
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