Debemos aceptar los cambios que llegan a nuestra vida y aprender a hacerles frente.
Dicen que hasta los peces tienen sus límites y que ellos mismos son consientes de que no pueden tocar fondo. De hecho, saben que no se pueden sumergir más de la cuenta, porque una eventual presión hidrostática los haría ‘naufragar’ en su propio mundo.
No obstante, todos ellos aprenden a sobrellevar esta situación y logran un perfecto equilibrio, al punto de que son capaces de soportar las arremetidas de las aguas.
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Al igual que los peces, nosotros debemos enderezar la balanza para evitar que las presiones actuales nos sumerjan.
Yo sé que, dadas las actuales circunstancias, es imposible evitar la ansiedad y el estrés de cada día. El tema de la salud, la dura situación económica, las decepciones y las frustraciones del día a día nos tienen inmersos en una fuerte tensión.
Estamos demasiado agobiados y, en general, muchos están sufriendo, están enfermos o viven asustados. Los factores angustiantes muchas veces se van acumulando.
En los tiempos actuales, y más aún luego de pasar por una pandemia, lo que estamos viviendo es fuerte, pero la presión que los problemas ejercen sobre nosotros nos puede hacer estallar. Si no nos mantenemos bajo control, nos ahogaremos.
Tal y como les pasa a los peces, esta situación tiene sus límites y nos corresponde regular el nivel de preocupación. Aprender a controlar las adversidades que nos ha dejado todo este tiempo significa desarrollar estrategias que nos permitan superar los retos de cada día con un alto grado de resiliencia.
Lo anterior implica ver los problemas en perspectiva en vez de ignorarlos y aprender en qué trabajar y qué es mejor dejar de lado.

Debemos evitar que esta situación siga vulnerando nuestra salud mental y, en ese orden de ideas, la propuesta de cultivar nuestra espiritualidad puede llegar a ser un gran antídoto para el alma.
Lo más importante es observar estos cambios y hacerles frente para no afectarnos a nosotros mismos ni a las personas que hagan parte de nuestro círculo familiar y social.
Aunque sabemos que nos encontramos en un momento que parece ‘malo’, toda situación puede cambiar en cuestión de segundos. Cambiar depende, sobre todo, de nuestra mente.
La vida, en estos últimos meses, nos ha enseñado que nada es para siempre, que los sueños no siempre se cumplen y que no podemos aferrarnos al pasado ni vivir suspirando por un futuro que, al menos por ahora, es incierto.
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Les reitero la forma como los peces se controlan para ‘no pasarse de la raya’. Es más, algunos investigadores sostienen que ellos también experimentan estados positivos, que les permiten sobrellevar las mareas altas de su mundo. No en vano, han sido capaces de cohabitar para sobrevivir a la degradación del hábitat.
La idea no es que vivamos pensando que no existen problemas, porque eso nos alejaría de la realidad y haría que esta nos golpee con más fuerza. Lo fundamental es aprender a manejar la situación y no permitir que nuestras presiones nos hagan tocar fondo.
¡Hagamos como los peces y salgamos a flote!
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