¿Por qué será que cuando llueve, aún estando bien abrigado en su cómoda habitación, usted se siente un poco triste?
Cada gota que cae le remueve cosas del ayer, y de inmediato el color de su ánimo se pone del mismo tono del cielo, es decir, gris. Incluso hay quienes lloran por eso.
Yo no creo que sea la lluvia la responsable de su sorpresivo ‘bajón anímico’.
No es el invierno el que desata ese ‘chubasco’ de emociones, es su pensamiento el que le hace percibir tal ambiente.
Dicho de otra manera: usted mismo le abre espacio a la tristeza.
¿Por qué? Porque decide atraer esas cargas de nostalgias, recuerdos,
apegos y demás situaciones que siempre terminan haciendo más nublado su día.
Su pensamiento es eso: un aire que aspira y remueve su mundo.
Él es el que hace que viva de la misma forma como su mente quiere que sea. Mejor dicho: ¡como usted piensa, así actúa! Si de manera continua se da ‘palizas’ mentales diciéndose: “no valgo nada”, adivine cuándo valdrá, ¡pues nada!
Ha de saber que sí vale mucho, solo que no piensa en todo lo que significa, no solo para usted, sino también para los demás.
Usted no sabe con exactitud qué tan alto puede volar, porque ni siquiera se atreve a intentarlo. Jamás tendrá noción de eso, a menos que asimile que puede extender sus alas.
Al respecto, considero que el tema de su pensamiento está más basado en la concentración que en otra cosa.
Si lo analiza bien, no es que no haya tenido suerte para lograr sus propósitos, sino que no se concentró en ellos La concentración es el acto por el cual se mira o se analiza algo de una manera atenta; no con los ojos de la cara, sino con los de la mente. Fijar la atención en una cosa positiva, por citar solo una idea esperanzadora, enfocará su voluntad en algo valioso.
Desde el punto de vista espiritual, para estar acorde con esta página, la concentración es el esfuerzo y la disciplina que realiza para que su mundo se dedique a un sano pensamiento.
Cuando en lugar de tener pensamientos inútiles aparece solo uno que
está bien dirigido, la mente se convierte en un innegable poder y tiene
además una amplia influencia.
De manera infortunada, usted no ha aprendido a concentrarse. ¿Y sabe por qué? Porque no enfila baterías en algo específico.
En el caso de la lluvia, tal y como lo dije al inicio, en lugar de ser un bálsamo para su vida, su pensamiento se vuelve melancólico porque usted así lo decide.
Conclusión: no arme una tormenta en un vaso de agua. Disfrute de la lluvia, concéntrese en sus oficios y mire para el frente. ¡Dios lo bendiga!
Hay que ver más allá
Su mente va más a prisa que todo lo que usted haga en la vida, por eso, a veces es muy difícil ‘mantener a raya’ los pensamientos.
Ellos son tan ligeros y sutiles que tienen la propiedad de ver más allá: atraviesan murallas, traspasan los cuerpos e incluso creen ver lo más recóndito de su corazón. ¿Quiere un ejemplo?
Nadie sabe cómo lo logra, pero una persona que duda de la fidelidad de su novio (a) atrae tentaciones para su pareja.
¡Y qué tal pensamiento del hipocondríaco! No es sino que piense en el dolor de cabeza y de inmediato comienza a sentir la jaqueca más espantosa del mundo.
¡Claro! El imán de los pensamientos no solo se detecta en las cosas ‘malas’. De hecho, la mente debe estar preparada para atraer cosas esperanzadoras, en lugar de toda esa basura que usted insiste en recoger.
Así las cosas, permita que su pensamiento llegue hasta los más nobles propósitos de su vida. ¡Lo negativo, deséchelo!
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