A 24 horas del crimen de Yudi Paola Acero Zuluaga, una joven de 23 años asesinada por su expareja en el barrio El Rincón de la localidad de Suba (Calle 128 con Carrera 95A), se han ido conociendo nuevos detalles de la situación de abuso, acoso y distintos tipos de violencias a los que la mujer estaba siendo sometida desde hacía meses por parte del sujeto que terminó asesinándola delante de la hija que tenían en común.

Una barbarie que de alguna manera estaba anunciada ante la mirada pasiva de las autoridades que, aún notificados de la situación, no activaron los protocolos ante las inminentes amenazas de muerte. Q’HUBO habló la tarde de ayer con Yuli, una familiar de la víctima, quien nos contó en detalle el martirio que la hoy fallecida tuvo que pasar a causa de las infames y denigrantes situaciones que su expareja le hizo pasar.

¿Una muerte anunciada?

Al parecer sí. “Ella se acercó hace más o menos una semana a una oficina de la Fiscalía General de la Nación para interponer una denuncia por los continuos hostigamientos, las amenazas e incluso el maltrato que había soportado durante los años que duró con él. Allá la atendieron bien, le recibieron la denuncia, le ofrecieron todo el apoyo del Estado, y hasta ahí. Nunca se comunicaron con ella, nunca le hicieron un seguimiento al asunto. Fue hasta que pasó lo que pasó que se dieron cuenta que era algo serio”, nos contó Yuli con la evidente indignación de ver cómo incluso con el caso en manos de las autoridades no pudieron evitar el feminicidio de Yudi Paola.

Acero Zuluaga, de 23 años, sostuvo una relación sentimental con su asesino durante seis años. De esta relación nació una pequeña de dos años cuya custodia tenía la joven hoy fallecida. Durante el tiempo compartido, la relación llegó a niveles de maltrato que llevaron a la mujer a decir no más y fue así como decidió terminar de tajo la relación e irse a vivir a Suba en compañía de su familia.

Hostigamiento y amenazas

El feminicida, identificado como Kevin Giovanni Hurtado Delgado, y quien hacía poco había terminado de pagar una condena de 66 meses de prisión, se las arregló para ubicar a su expareja y llegó hasta la casa de Suba a causar problemas. El sujeto la amenazó de muerte y la intimidó, a tal punto que Yudi tomó la decisión de abandonar la ciudad.

Se fue a un pueblo del departamento de Risaralda en busca de tranquilidad, lejos de las amenazas pero fue imposible. Hurtado nuevamente averiguó el paradero de Yudi y se fue hasta Risaralda. “El viajaba frecuentemente con el único fin de fastidiarla, de hacerle la vida imposible, de decirle que la iba a matar. Si lo consideraba necesario, el tipo viajaba hasta dos veces por semana. Era un controlador y un celópata compulsivo. No entendemos cómo a pesar de las alarmas, las denuncias y las evidentes pruebas nunca pasó nada más allá de un documento”, enfatizó Yuli con un evidente dejo de rabia.

“Ella se devolvió de Risaralda con el fin de recoger sus cosas de la vivienda de Suba, donde el tipo la asesinó, con el fin de irse definitivamente para otro lugar. Ella, junto a su mamá y su hija, tenían planeado trastearse al día siguiente de ocurrido el asesinato”.

Urge una revisión urgente a la manera en que las autoridades abordan e investigan este tipo de denuncias dado que, en este como en muchos otros casos, las víctimas no sienten el respaldo que las entidades dicen brindar. ¿Quién responde?

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