La película ‘La Matriarca’ llegó a las salas de cine el pasado 14 de diciembre y es interpretada por Sayari Chikangana. En esta producción se contará la historia de un pueblo indígena ancestral desde la perspectiva femenina.
En un destacado esfuerzo por ampliar las perspectivas en la industria cinematográfica y dar voz a comunidades históricamente marginadas, el estreno de “La Matriarca” resuena como un paso significativo hacia la diversidad cultural y la representación auténtica en el séptimo arte colombiano.
El largometraje, protagonizado por Sayari Chikangana, descendiente del pueblo Yanakuna, se sumerge en la narrativa de una mujer indígena, resaltando la importancia de que los pueblos cuenten sus propias historias. Sayari, nacida el 4 de septiembre de 1991 en el territorio del Macizo Colombiano, aporta una perspectiva única a través de su interpretación y conexión con las raíces ancestrales.
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Julián Casanova, director de la película, destaca que “La Matriarca” es más que una obra cinematográfica; es una ventana a la riqueza cultural y al papel transformador de la mujer en contextos de guerra. La trama evoca el recuerdo desde una perspectiva mística y simbólica, subrayando el contenido ancestral que enriquece la narrativa cinematográfica nacional.
Sayari Chikangana, además de su destacada actuación en “La Matriarca”, es una figura multifacética que trasciende la pantalla. Nacida en el resguardo indígena de Río Blanco, en Sotará, Cauca, Sayari ha cultivado su pasión por la danza y el movimiento desde temprana edad. Licenciada en Biología por la Universidad Pedagógica Nacional, actualmente se desempeña como aprendiz de partera, danzante y dinamizadora pedagógica en su territorio.
Crecer en el resguardo indígena de Río Blanco ha dejado una profunda huella en Sayari, quien ha llevado consigo los saberes ancestrales inculcados por sus padres y familiares. Su compromiso con la preservación de la cultura andina Yanakuna se manifiesta en su papel como guardiana de la Casa Munayki –Uma en San Agustín, Huila, un espacio dedicado a la investigación y el intercambio de conocimientos ancestrales.
Además, Sayari lidera el proyecto Warmi Samay (espíritu de mujer), una iniciativa pedagógica que aborda temas relacionados con el cuerpo femenino, los ciclos de vida y el cuidado del territorio. A través de su participación en procesos pedagógicos, contribuye al fortalecimiento del arte y el idioma de su comunidad, dejando un legado significativo en la preservación de la riqueza cultural de los Yanakuna.
Redacción Q’Hubo Bogotá + Colaboración IA
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