Dicen que hay que “esperar lo mejor, pero estar preparados para lo peor”. Me gusta esa frase porque, de alguna forma, nos hace ver la vida con optimismo y, al mismo tiempo, enciende las alarmas para cuando las cosas no nos resulten como lo anhelemos.
La verdad es que los seres humanos no tenemos capacidad de reacción y ‘cuando el mar se agita nos ahogamos’.
Deberíamos mantenernos alerta para que los problemas que se nos presenten no nos tomen por sorpresa.
Si lo hiciéramos, podríamos enfrentarnos de una manera valiente a la adversidad y sortearíamos las angustias de una forma más esperanzadora. Es claro que la vida no tiene un libreto preestablecido, pero sí sabemos que a lo largo de nuestra existencia vamos a encontrar obstáculos.
Así las cosas, sería valioso tener a la mano las herramientas precisas para poder deshacernos de ellos.
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Nuestra cotidianidad implica pasar por ‘altas’ y ‘bajas’. O sea que todos, en menor o mayor proporción, nos enfrentaremos a constantes cambios.
Ni usted ni yo podremos evitar que el mundo gire, entre otras cosas, porque el movimiento es un aspecto natural. Yo pregunto: si el cambio nos enfrenta con lo desconocido, ¿por qué nos la pasamos evitando las confrontaciones que ello implica?
Esa falta de previsión se nos da, de manera precisa, porque no hemos procurado comprender a cabalidad las leyes cósmicas y espirituales que rigen el mundo.
Deberíamos estudiar esas reglas y ponerlas a nuestro favor, pues de esta forma no nos estrellaríamos con ellas.
Por eso admiro tanto a las personas resilientes, pues ellas tienen la capacidad para adaptarse, aprender y encontrar la forma de salir fortalecidas de las situaciones difíciles que la vida les depara.
Mucho que aprender…
Sería bueno aprender de estas personas y apropiarnos del suficiente valor para vencer todas las vicisitudes que se nos presenten en el ‘día a día’. Por fortuna, la resiliencia es una habilidad que se puede desarrollar.
En estos tiempos, que muchos tildan de ‘críticos’, debemos entender que si bien son periodos de dificultades, podremos sobreponernos a ellos con una dosis de buena actitud. La esencia de este tema es cambiar la manera en la cual interpretamos las crisis, entre otras cosas, porque solo así podremos responder mejor ante ellas.
Los cambios pueden parecernos muy difíciles, pero ellos tienen la particularidad de que nos hacen ir más allá de nuestros propios límites y ser una mejor persona.
Más allá de lo duro que pueda parecer algo imprevisto, debemos abrirnos a las nuevas oportunidades y, de una manera paulatina, ir asumiendo que sí podemos salir adelante.
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